jueves, 1 de diciembre de 2011

ARTE ANDALUSÍ

ALMUNIA: Huerto, granja.


Del árabe hispánico almúnya, quinta, y este del árabe clásico munyah, deseo.

Almunia era el nombre dado por los árabes a una villa o casa de campo en las proximidades de una ciudad: una explotación agrícola que a veces también desempeñaba funciones defensivas...

La típica almunia siempre trataba de aprovechar al máximo los recursos naturales disponibles: los cultivos intensivos eran respetuosos con el ecosistema, y se buscaba un equilibrio sostenible en el que se entremezclaban los árboles frutales, plantas exóticas y plantas aromáticas. En la almunia el agua era imprescindible, y estaba presente en forma de estanques, acequias o fuentes.

Es notable que todavía hoy persisten nombres de pueblos en España que aluden a las almunias, por ejemplo: La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), Rafol de Almunia (Alicante), Almunia de San Juan (Huesca)...

al-Rusafa
Las almunias eran residencias campestres, a veces verdaderos palacios, situados a las afueras de la ciudad. No eran sólo grandes fincas de recreo rodeadas de extensos jardines bien irrigados, sino también importantes explotaciones agrícolas o ganaderas que producían cuantiosos beneficios al propietario. Una de las más antiguas de Córdoba era la almunia al-Rusafa, edificada por el emir Abd al-Rahman I (756-788) al norte de la capital. En ella, según las fuentes, se plantaron plantas exóticas y árboles traídos de Siria y otras regiones por los agentes del emir, entre ellos una palmera y unos granados que daban gruesos frutos, variedad que fue conocida desde entonces como granada rusafí, por proceder de la Rusafa siria, o granada safarí, en recuerdo de Safar, la persona que, al parecer, la introdujo en la provincia de Málaga. Esas nuevas especies, incluida dicha granada, se aclimataron en esta almunia y después se expandieron por la Península.





Palacio Galiana 
Es una construcción de estilo mudéjar que data del siglo XIII, levantado sobre un edificio musulmán del siglo XI, en la zona conocida como la  antigua Huerta del Rey, en las afueras de la ciudad amurallada de Toledo. En su época musulmana, el Palacio fue construido para ser lugar de recreo el rey taifa Al-Mamún.
Su actual nombre Galiana fue adquirido durante el siglo XVI, honrando a una princesa musulmana, hija del rey Galafre y esposa de Carlomagno.
Según archivos históricos, era un hermoso lugar con un espléndido jardín botánico y finca de recreo, con piscina y en cuyo centro se levantaba un fantasioso kiosco con cientos de vidrios de colores. 
Hoy día, con algunas restauraciones, el Palacio Galiana es uno de los atractivos turísticos para conocer en Toledo. Es de planta rectangular, con una gran sala dividida en tres naves que están comunicadas por medio de un patio interno. Una de sus fachadas mira hacia el río Tajo, mientras que otra a un estanque, que al parecer fue donde se encontraba la piscina.











Palacio de la Aljafería

La Aljafería (en árabe: قصر الجعفرية Qasr al-Ya`fariyya) es un palacio fortificado construido en Zaragoza en la segunda mitad del siglo XI por iniciativa de Al-Muqtadir como residencia de los reyes hudíes de Saraqusta. Este palacio de recreo (llamado entonces «Qasr al-Surur» o Palacio de la Alegría) refleja el esplendor alcanzado por el reino taifa en el periodo de su máximo apogeo político y cultural.
Su importancia radica en que es el único testimonio conservado de un gran edificio de la arquitectura islámica hispana de la época de las Taifas. De modo que, si se conserva un magnífico ejemplo del Califato de Córdoba, su Mezquita (s. X), y otro del canto de cisne de la cultura islámica en Al-Ándalus, del s. XIV, La Alhambra de Granada, se debe incluir en la tríada de la arquitectura hispano-musulmana La Aljafería de Zaragoza (s. XI) como muestra de las realizaciones del arte taifa, época intermedia de reinos independientes anterior a la llegada de los almorávides.
Las soluciones adoptadas en la ornamentación de la Aljafería, como la utilización de arcos mixtilíneos y de los salmeres en «S», la extensión del ataurique calado en grandes superficies o la esquematización y abstracción progresiva de las yeserías de carácter vegetal, influyeron decisivamente en el arte almorávide y almohade tanto del Magreb como de la Península Ibérica. Asimismo, la transición de la decoración hacia motivos más geométricos está en la base del arte nazarí.


















Vivienda islámica
Nos encontramos ante un clima cálido-seco
Se caracteriza por una humedad baja y una temperatura alta durante el día y baja durante la noche.
Ante esta situación la arquitectura popular se ha construido según los siguientes invariantes básicos:  

    - Protección de la radiación solar.
    - Incorporación de mucha masa térmica.
    - Enfrimiento evaporativo.
    - Enfrimiento radiante.

Estrategias de caracter urbano:
    - La presencia de patios autosombreados por el edificio.
    - Calles estrechas autosombreadas por los edificios que las conforman y por los complementos (toldos, cañizos, celosías, etc.) que se coloquen sobre ella.
    - Voladizos que sombreen las calles.
    - Calles con un trazado irregular que dificulte la circulación del aire diurno caliente.
    - Presencia de vegetación que permita el enfriamiento evaporativo.

Estrategias edificatorias:
    - Voladizos que sombreen los huecos y las fachadas.
    - Huecos pequeños y protegidos con celosías, contraventanas, cortinajes, etc.
    - Colores de las fachadas claros para reflejar la radiación solar.
    - Muros gruesos y pesados para dotar al edificio de mucha masa térmica y asegurar en el interior una temperatura estable cercana a la media del día.
    - Presencia de patios que permitan la presencia de vegetación (enfriamiento evaporativo) y la reirradación nocturna (enfriamiento radiante).
    - Presencia de agua en forma de fuentes, estanques, recipientes, albes, etc.
La casa islámica es una construcción de aspecto pobre al exterior, diseñada para ser mirada y vivida desde el interior. La puerta de entrada nos muestra un pasillo o zaguán oscuro, seguido de un recodo antes de acceder al patio. A este patio, fuente de frescor, se abren el resto de habitaciones de la casa, al exterior se muestran los muros ciegos.
El patio musulmán también es muy diferente a la idea de jardín occidental. Para él, su jardín del eden es un lugar fresco, sombrío, con agua por el suelo... Un paraiso diferente, debido a las diferentes condiciones geográficas, la baja pluviosidad, el máximo soleamiento, y las enormes diferencias de temperaturas, que provocan vientos muy fuertes.
Ante esto, el hombre se aisla del exterior para conseguir sombra, y evitar los vientos. Aquí surge el PATIO, como una habitación más de la casa, la más importante.  Además de reducir el impacto climático, permite al aren de la familia que no pueda salir al exterior, estar al aire libre.
En la cultura islámica no se buscaba lo unfinito, sino lo mensurado, la escala humana. Para lograrlo utilizan pantallas de columnas, celosías, que dividen espacios, y los ejes quebrados, que dan lugar a construcciones sin un orden externo, pero si interno, que pueden crecer sin que desaparezca el tipo.




Ciudad islámica
La ciudad islámica responde a un tipo de sociedad introvertida y fuertemente jerarquizada en la que las relaciones comunitarias son mínimas. La vida se desarrolla dentro de la vivienda, muy espaciosa y lujosa, sin apenas vanos exteriores. El aspecto de la ciudad islámica es muy pobre ya que tiende a carecer de adornos. Damasco, Bagdad, El Cairo, Fez, Marraquech, Córdoba, Toledo, son ciudades islámicas bien porque se crearon de nueva planta bien porque se transformaron tan intensamente que no es posible descubrir en su plano la morfología anterior.
El callejero es irregular y estrecho en el que con frecuencia hay calles que no tienen salida o dan a los adarves. Son auténticos laberintos. Muchas de estas calles forman barrios con puertas que se cierran por la noche y los días de fiesta, aislándolos del resto de la ciudad. No hay en la ciudad islámica plazas, edificios públicos y de diversión, como teatros y circos. Los únicos lugares comunes son los baños, el zoco y la mezquita.
En todas las ciudades hay una segregación funcional del espacio muy acusada. Existen barrios de carpinteros, teñidores, orfebres, zapateros, etc., y el lugar del mercado, el zoco, que se situaba en un barrio con las mismas características que los demás; calles estrechas y tortuosas, incluso cubiertas. Aunque es cierto que, modernamente, se han construido zocos en recintos cerrados y plazas cercadas. En la ciudad medieval islámica existen tiendas fijas y mercados permanentes, cosa que no encontramos en las cristianas; no en vano su población supera en mucho a estas. Algunas de ellas cuentan con más de 100.000 habitantes, y otras los 500.000, como Córdoba, Bagdad, Damasco, Toledo, Granada, Fez o Marraquech. Se trata de una cultura urbana muy desarrollada, y con una morfología uniforme que se extiende desde la península ibérica hasta la India.
La ciudad medieval islámica está amurallada y por lo tanto tiene puertas en las que se pagan impuestos de paso por las mercancías. La muralla encierra la medina: la ciudad. Tras las murallas surgen barrios de arrabales, frecuentemente especializados, donde se sitúan los oficios no deseados dentro de la ciudad, como los curtidores.
También existen ciudades fortaleza llamadas casba, que son en realidad un castillo con dependencias familiares en el interior, en el que no hay calles.
La casa islámica es el lugar donde se desarrolla la vida, tiene un patio ajardinado interior y dos tipos de estancias: las privadas o harén, y en donde se reciben las visitas, que en los palacios turcos se llama salámlik.




Mezquita



Sahn y sabil



Alminar



Minbar



Madrasa




Alcaicería

Se denominaba alcaicería al lugar de las ciudades de al-Ándalus, donde se autorizaba a comerciar, al por mayor, con seda bruta. Después la actividad se extendió a la venta de objetos de seda elaborados, para llegar a ser conocido como el mercado de todos los productos textiles, aunque la seda siguió siendo el objeto fundamental de venta.
La etimología del término no es clara, si bien se atribuye al hecho de que el emperador Justiniano concedió el derecho al comercio de la seda a los pueblos árabes. Conociéndose al emperador entre los árabes como qaysar (Caesar = césar), evolucionó hasta Al-qaysar y de ahí a Alcaicería o Alcacería.
Las Alcaicerías de mayor renombre –aunque no las únicas– de al-Ándalus fueron las de Madinat Garnata (Granada) y Sevilla, por este orden. En la actualidad, en Granada, se mantiene la denominación al lugar donde se encontraba su antiguo emplazamiento, que fue destruido en el incendio de 1843, y se conoce como La Alcaicería. Sigue siendo una zona comercial próxima a la Catedral y conserva rasgos de los zocos árabes y algunos recuerdos de la bulliciosa actividad del mercado de la seda nazarí.



Zoco




Alhóndiga











Kubba



Ribat